Interessant i polèmic article:
"Está claro que Bucay ha hecho mucho daño en esto de la educación. "Todos ganan, nadie pierde" " y no hay que frustrar a los niños", son cosas que me parecen ridículas y que sólo llevan a la mediocridad y a la inmadurez del individuo, en este caso los niños."
http://www.abc.es/familia-educacion/20150427/abci-profesor-feliz-hijo-201411271130.html
"Desconfiad del profesor que quiere hacer feliz a vuestros hijos"
El filósofo Gregorio Luri asegura que es mucho más sensato enseñar a los niños a superar las frustraciones
"Está claro que Bucay ha hecho mucho daño en esto de la educación. "Todos ganan, nadie pierde" " y no hay que frustrar a los niños", son cosas que me parecen ridículas y que sólo llevan a la mediocridad y a la inmadurez del individuo, en este caso los niños."
http://www.abc.es/familia-educacion/20150427/abci-profesor-feliz-hijo-201411271130.html
"Desconfiad del profesor que quiere hacer feliz a vuestros hijos"
El filósofo Gregorio Luri asegura que es mucho más sensato enseñar a los niños a superar las frustraciones
El mundo parece estar dividido en dos
clases de personas: las que quieren ser felices y las que saben lo que
quieren. «Es orientador saber a cuál pertenecemos. Si sirve de ayuda,
diría que solo uno de estos grupos lee libros de autoayuda», aclara con
ironía Gregorio Luri, filósofo, buen conocedor del mundo educativo, en el que ha trabajado como docente en todos los niveles, de la escuela a la universidad, y autor de Mejor Educados. Para él, es «mucho más sensato enseñar a nuestros hijos a superar las frustaciones inevitables que hacerles creer en la posibilidad de un mundo sin frustraciones».
En el mundo educativo esta máxima es todavía más evidente, a juicio de Luri. «Cada
vez que oigo a un maestro defender que su trabajo no es transmitir
conocimientos, sino hacer felices a sus alumnos, me compadezco de estos.
Tienen muchas posibilidades de salir de la escuela infelices e
incultos», dice. Su consejo es que si vuestros hijos van a una de esas
escuelas en las que Bucay es el intelectual de referencia, competir está
prohibido, cuando juegan todos ganan y nadie pierde, y se considera más
importante educar emocionalmente que enseñar álgebra, «entonces
manteneos vigilantes. A no ser que vosotros seáis también partidarios de
educarlos contra la vida real». Por el contrario, si lo que buscamos es
que nuestra prole disponga de recursos para vivir en el mundo tal cual
es, entonces, los que tenéis que hacer es todo lo contrario:
«protegerles contra el exceso de proteccionismo de la escuela y
enseñarles que ni la competencia ni la ambición son vicios perniciosos».
A Luri le gusta explicarlo con un
ejemplo que, a su juicio, le parece parece muy sintomático de nuestro
tiempo: «El duque de Wellington dijo en una ocasión que la batalla de
Waterloo se había ganado en los patios de Eton. Quería decir que el carácter de los hombres se había formado haciendo deporte, compitiendo notablemente».
Por eso, prosigue, si oímos a alguien decir sin complejos: «"Creo en mi
mismo. No importa lo grandes que sean las dificultades, yo las
superaré. Claro que he pasado por momentos difíciles, pero nunca he
pensado en rendirme", seguro que es un deportista...», augura.
Las madres tigre
Todavía, continua este filósofo, hay mucha gente que se plantea la disyuntiva de qué es mejor, si ser inteligente o ser feliz.
«Pero como lo que nos permite la inteligencia es ser conscientes de la
complejidad del mundo, entonces, si la disyuntiva fuera cierta, sólo se
podría vivir ser feliz reduciendo la complejidad del mundo hasta vivir
en una imagen falsificada de la realidad. ¿De verdad hay alguien
dispuesto a pagar este precio?», se pregunta. Las que no parecen estar
dispuestas a jibarizar la inteligencia de sus hijos, recuerda Luri, son
las llamadas madres tigre, las madres orientales.
«Nos puede parecer, quizás, que son demasiado estrictas, pero la
realidad de los resultados de sus hijos nos obliga a no hacer bromas con
ellas, porque existe la posibilidad de que en el futuro sean los jefes de los nuestros».
Algunos, añade, alegarán que el precio que pagarán sus hijos por tener
una madre demasiado estricta sea un terapeuta. «Pero las consultas de
los terapeutas están llenas de niños occidentales que no se caracterizan
por sufrir muchas tensiones académicas. La reducción de nuestras
aspiraciones ante el mundo no nos hace en ningún caso ni más felices, ni
emocionalmente más estables», concluye. La idea de una infancia feliz, tan en boga hoy en día, «es una peligrosa fantasía literaria que a menudo contamina de infantilismo la vida de los adultos», concluye este filósofo.
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