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La mentida i els nins

LA MENTIRA INFANTIL

Foto Pinocho

1. El significado de la mentira infantil
Las mentiras poco frecuentes dentro del proceso de comunicación del niño se pueden considerar como mensajes no demasiado significativos en su desarrollo psicológico, emocional y social; otro tema bastante diferente se produce cuando el niño nunca dice nada que se aproxime a la realidad. En este caso, las mentiras pueden convertirse en un trastorno que se debe considerar.
Mentir es divertido para el niño; se trata de una expresión de fantasía. En numerosas ocasiones, los pequeños que se inventan o cuentan cosas que no son ciertas, realizan un importante ejercicio mental y además, sienten que pueden modificar o negar lo que ocurre realmente según sus deseos. La parte positiva de este proceso creativo es la posibilidad con que cuenta el niño para acelerar la diferencia entre realidad-fantasía y perfeccionar su expresión oral, pues para narrar una mentira necesita muchas más palabras.
La mayoría de las veces, decir muchas mentiras suele coincidir con el inicio de acontecimientos que perturban la tranquilidad del niño. Cuando escuchamos cosas inciertas  frecuentemente, podemos profundizar y quizá encontremos mentiras reveladoras de hechos que están produciendo malestar en nuestros hijos, por ejemplo, “yo soy el más guapo de la clase, el que tengo más amigos y al que más quiere la profesora”…Puede que ninguna de estas afirmaciones coincida con la realidad, por lo que es tarea nuestra saber qué está ocurriendo en el colegio y dialogar al respecto con los profesionales para actuar según las pautas que nos indiquen.
Existen casos más concretos y puntuales que también pueden aumentar la cantidad de mentiras: El nacimiento de un nuevo hermanito y su llegada a casa puede ocasionar un cambio de actitud en el niño llevándole, por ejemplo, a esconder los juguetes del bebé. Para ir subsanando situaciones como esta podemos pedir a nuestro hijo mayor que nos “ayude” a encontrarlos y nombrarle responsable de su correcta colocación.
Otros niños tienen una gran capacidad de invención y en cualquiera de sus narraciones cotidianas aparecen detalles fantásticos. En esta ocasión, ayudaremos al niño a diferenciar realidad de fantasía y frenaremos su inventiva procurando que se ciña al hecho concreto.
2. ¿Estará diciendo la verdad?, ¿por qué miente?
Durante los primeros años de vida, el niño se encuentra en una etapa donde no diferencia realidad de fantasía. Cree que los personajes de las películas de cine, de los dibujos animados o de los cuentos son reales y que todo lo que sucede en estas historias, se cumple cotidianamente. En esta primera fase, no podemos hablar de mentiras intencionadas sino de errores, equivocaciones y, como mucho de exageraciones de los pequeños buscando reconocimiento propio cuando se expresan.
Muchas veces nos preguntamos cuál será el principal motivo que incita a los niños a mentir. La reacción de los padres ante cualquiera de sus acciones es prioritaria, pues complacer y no desilusionar a los mayores es muy importante para ellos, por eso prefieren disimular o encubrir ciertos hechos. La mentira como búsqueda de afecto, aunque sea una reprimenda, es otro factor a considerar, pues los niños prefieren llamar a atención enviando mensajes que puedan preocupar a sus padres antes que pasar desapercibidos y sentir que resultan indiferentes.
3. Los niños “cuentan las cosas” según su edad
La mentira va pasando por etapas según la edad y no tiene un significado estándar, depende del momento evolutivo en el que se encuentre el niño y de su intención para engañar.
A partir de los 18 meses, las primeras mentirijillas son juegos de engaño que utilizan para diferenciarse de la madre. Con la llegada de los 2 años y del control de esfínteres, la mentira más común es negar que se hayan orinado encima.
Pasada la mágica primera infancia, cuando cumplen 3 ó 4 años, comienzan a seleccionar lo que quieren contar de los acontecimientos que van experimentando o mienten por desinterés sobre lo que se les está preguntando. Durante los dos o tres años siguientes, inventan historias que no se ciñen a la realidad e incluso la alteran identificándose con ellas.
La edad en que la mentira comienza a ser intencionada es a partir de 8 años. En esta fase, puede ocurrir que los niños utilicen palabras inciertas con el fin de conseguir objetivos o salir de situaciones comprometidas. Es aconsejable modificar esta actitud y enseñarles a decir la verdad aportándoles la confianza, de manera que ellos se sientan apoyados suavemente, sin dramatizar los sentimientos. Es importante tener en cuenta:
-No dejarles en ridículo aunque cuentes cosas fantasiosas muy alejadas de la realidad.
-No ser excesivamente discursos en temas morales con el objetivo de convencerlos para decir la verdad.
-No enfrentarnos a sus mentiras con nerviosismo ni enfado, el tono neutro les ayudará a comprender que no estamos creyendo lo que dicen.
4. El pensamiento infantil 
En este apartado recordaremos las palabras de Isabel Díaz Arnal en su libro Niños Conflictivos, Ed. Escuela Española donde define con claridad la pseudo-mentira y el pensamiento infantil:
“El pensamiento del niño no es el pensamiento del adulto en pequeño. Está encerrado en el mundo que crea, sirviéndose de los datos del mundo exterior, pero no controlándolos, sino haciéndolos inmediatamente suyos y adaptándolos a él mismo por una acto arbitrario (…), “atraviesa el estadio de la creencia”.
El niño permanece egocéntrico en su esfera imaginativa. Su pensamiento no dirigido está entregado a las fantasías, a los símbolos, a las tendencias espontáneas (…).
Añadamos a esta forma de pensamiento: percepciones incompletas, imaginación pronta, sugestibilidad, autocrítica todavía insuficiente, y dejemos de considerar ciertas respuestas del niño como mentiras. Son errores. El niño va a hacer el aprendizaje de la realidad y las falsas mentiras serán a ojos de sus padres verdaderas verdades.”
5. ¿Qué “consiguen” los niños con mentir?
Cuando decimos que los pequeños mienten no estamos acertando en totalidad puesto que no lo hacen con intención de engañar sino por otros motivos:
-Búsqueda de aprobación de los demás, principalmente de sus padres. Ellos saben desde los primeros años las cosas que  agradan a los adultos, lo que pueden hacer, lo que gusta que hagan…
-Ser el centro de atención, hacerse notar.
-Evitar los castigos y las reprimendas.
-Dar a conocer sus deseos ocultos.
-Sentirse poderosos y dueños de una situación que manejan a su antojo ante nuestro desconcierto.
Una buena forma de hacerles entender qué es la mentira consiste en utilizar la representación, el teatro. Jugaremos con ellos a representar escenas cotidianas muy sencillas pero intercambiando los roles, ellos serán los papás y nosotros nos convertiremos en niños. Por ejemplo, podemos representar una escena en la que nos guardamos una piruleta en el bolsillo para comérnosla sin que se entere mamá, pues la hora de comer ya está cerca y no nos lo permitiría. Cuando ellos nos pregunten negaremos que la tengamos escondida, así serán los espectadores de su propio acto y este hecho les ayudará a comprender qué significa mentir y por qué no deben hacerlo.
-Recuerda no comentar en voz alta y delante de otros adultos su costumbre de mentir. Reforzarás esta actitud y su autoestima se empobrecerá.
-Las niñas, al evolucionar más deprisa, tienen más recursos lingüísticos y mayor capacidad de expresión. Por ello, utilizan la mentira más que los varones, pero recordamos que sin mala intención.
-Si nuestra actitud es comprensiva y fomentamos el diálogo y la sinceridad evitaremos que elija la mentira como estrategia ya desde los primeros años.
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