Es racó des PT

En aquest bloc o "bitàcola" trobaràs recursos, recomanacions, articles, materials descarregables, enllaços, idees, propostes, notícies, relacionades amb la feina de pedagogia terapèutica. És a dir, tot allò que t'hauria agradat que et contessin quan vares començar a fer feina de PT. També hi ha materials aprofitables per a tutors i educadors en general, d'atenció a la diversitat i d'educació especial.

Un barco de guerra en el siglo XVIII / Piratas y corsarios / Felip Bauça un gran marino mallorquín en la Armada Española


Diferencia entre piratas y corsarios


Los piratas son delincuentes organizados que cuentan con una o varias embarcaciones y roban a otras para su propio beneficio. Los corsarios hacían lo mismo pero auspiciados por el gobierno de alguna nación para que atacaran únicamente barcos de países rivales.



Parts d'un vaixell de guerra del segle XVIII

 



Esquema de un navío de línea de tres puentes  (siglo XVIII):

 1. Pañol de municiones.
 2. Santabárbara. 
3. Antepañol. Cuarto donde se cargaban de pólvora los cartuchos.
4. Tapabalazo. Vía de agua tapada con tablas de madera y planchas de plomo. 
5. Tiro doble. Requerido para quebrar el casco del barco enemigo.
 6. Cañón con cureña y aparejos. 
7. Zona de abordaje.




 


  Banderas españolas que se enarbolaban a finales del XVIII

La bandera que indica nacionalidad en un barco se denomina pabellón, y se iza a popa.

¿Cómo se disparaba un cañón naval? Su carga y disparo
 


Terminologia en català 





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/ (Nivell Sisè)

¿Cómo se decidió el orden del alfabeto?


¿Por qué la A está primero que la B? ¿Por qué la Z es la última letra? ¿Tiene algún sentido que las letras tengan cierto orden?

Ésta es una incógnita de difícil respuesta; por eso, fue necesario abordar temas complejos, como la historia antigua, para investigar la cuestión a fondo. Hay que admitir, sin embargo, que ésta es una versión acotada de la historia; no se pretende hacer un análisis exhaustivo de los notables etruscos, por ejemplo. No obstante, para explicar por qué nuestro alfabeto tiene ese orden, es necesario explorar al menos cinco culturas.

Los egipcios

Los egipcios escribían hacía ya miles de años cuando nació Cristo. Esta civilización se dio cuenta de que sería más fácil escribir sobre un papiro con un cálamo que tallar sobre piedra. Aunque los egipcios nunca tuvieron un alfabeto propiamente dicho, sus jeroglíficos evolucionaron de manera considerable durante el apogeo de su civilización. En un momento, llegaron a utilizar más de cuatrocientos jeroglíficos, pero su escritura fue agilizándose a medida que atravesó las siguientes cinco etapas:

  1. Jeroglíficos que representaban cosas. El jeroglífico de un caballo significaba “caballo”. Este método implicaba dibujar un jeroglífico distinto para cada palabra y divulgó una escritura que se basaba en cosas concretas en lugar de en conceptos abstractos.
  2. Dibujos que representaban ideas. El dibujo de una pierna no sólo significaba “pierna”, sino también ideas asociadas con las piernas, como “correr” o “rápido”.
  3. Dibujos que representaban sonidos. En esa etapa, se utilizaban símbolos para describir los sonidos de las palabras que se pronunciaban, en lugar de utilizar imágenes gráficas de la palabra significada.
  4. Dibujos que representaban sílabas. Un símbolo representaba una sílaba de una palabra. En esa etapa, un mismo jeroglífico podía aparecer en palabras que no estaban relacionadas entre sí, pero que tenían una sílaba en común.
  5. Símbolos que representaban los sonidos de las letras de una palabra. Este sistema de representación desplazó a los dos anteriores, puesto que los sonidos de las letras daban mucha más flexibilidad a la escritura, aunque fuera necesario usar más jeroglíficos para crear una palabra. Al principio, había cientos de sonidos de letras, pero los egipcios los combinaron de manera de poder eliminar muchas redundancias. Finalmente, redujeron la cantidad de sonidos a veinticinco.

 Un alfabeto es un sistema cerrado de signos escritos, cada uno de los cuales —en teoría— representa un sonido oral. En un alfabeto funcional, todas las palabras orales de un idioma deberían poder expresarse combinando esas letras. En la última etapa, cuando los egipcios desarrollaron símbolos que representaban los sonidos de las letras, estuvieron muy cerca de inventar un alfabeto como el que conocemos hoy. Pero pese a que tenían las herramientas para escribir “caballo” pronunciando los sonidos de las letras de la palabra en lugar de ilustrarla, ellos prefirieron seguir utilizando los primeros tres tipos de jeroglíficos y nunca llegaron a expresar la palabra “caballo” sin dibujar un caballo.

Los ugaríticos

Aunque a los fenicios se los elogia por haber sido los inventores del alfabeto, en la actualidad, se reconoce que los primeros alfabetos aparecieron en la ciudad de Ugarit, al noroeste de Siria. Un estudioso alemán, Hans Bauer, encontró tablas con letras ugaríticas dispuestas frente a una columna de conocidos signos silábicos de Babilonia. Con esto se demuestra que los ugaríticos ordenaron su alfabeto en forma consciente. Lo que no queda claro es si esas tablas se utilizaron como un abecedario instructivo.

Si bien la fonética del alfabeto ugarítico era idéntica a la de los símbolos fenicios, las letras en sí eran diferentes del alfabeto fenicio posterior y de las anteriores lenguas egipcias y semitas.

Los fenicios

Es probable que el alfabeto fenicio se haya desarrollado alrededor de la misma época que el ugarítico, pero los fenicios fueron mucho más importantes en la historia de la lengua, dado que difundieron su alfabeto en gran parte del mundo. Al pueblo fenicio no le preocupaba lo estético. Eran comerciantes y no necesitaban un alfabeto para la literatura o para la historia —no se dedicaban a escribir libros—, sino para los negocios, es decir, para rastrear inventarios, para estandarizar procedimientos contables y otras tareas mercantiles. Hacia el año 1000 a. C., los fenicios llevaban su alfabeto con ellos a la mayoría de los principales puertos del Mediterráneo.

Los fenicios abandonaron por completo los jeroglíficos (que representaban dibujos) y se quedaron con los símbolos (que representaban sonidos). La palabra fenicia aleph significaba “buey” y la letra “a” se dibujaba como una cabeza de buey. El buey, que era el animal más importante de la granja en esos tiempos, constituyó la base de la primera letra de la mayoría de las lenguas europeas y semitas, e incluso, del español, años más tarde.

Más adelante, los griegos adaptaron el lenguaje fenicio a sus necesidades. Tomaron dieciséis caracteres de los fenicios, todas consonantes, y quedaba a criterio del lector decidir dónde poner las vocales en una palabra.

Toda lengua oral tiene vocales y consonantes, pero una gran cantidad de lenguas antiguas escritas no incluían vocales en su alfabeto. Técnicamente, según el Diccionario de la Real Academia Española, una consonante es un “sonido en cuya pronunciación se interrumpe en algún punto del canal vocal el paso del aire espirado, como en p, t, o se produce una estrechez que lo hace salir con fricación, como en f, s, z”. Las consonantes se forman con las cuerdas vocales con la ayuda de la lengua, los dientes o los labios. Las vocales, en cambio, se forman simplemente por el movimiento de las cuerdas vocales, sin obstrucción de los otros órganos del habla. La falta de vocales en el alfabeto fenicio es lo único que lo aleja de la lengua moderna.

Los griegos 

Los griegos recogían elementos de otras culturas; tomaban sus elementos preferidos de las lenguas fenicias y semitas, y los combinaban para crear los suyos. Alrededor del siglo IX antes de Cristo, por ejemplo, agregaron cinco vocales a las consonantes fenicias (alfa [a], épsilon [e], iota [i], ómicron [o] e ípsilon [i/u]), La letra alfa se convirtió en la primera letra de la lengua griega.

Si sos un lector perspicaz, te preguntarás cómo puede ser que la letra fenicia aleph se haya convertido en la letra griega alfa si los fenicios no tenían vocales. En realidad, la letra alfa se tomó del alfabeto hebreo, y no del fenicio, y su similitud con el fenicio se debe a que aleph también significa “buey” en hebreo. Las primeras letras del alfabeto hebreo son aleph, beth, gemel y dalth, que significan “buey”, “casa”, “camello” y “puerta”, respectivamente. Los equivalentes griegos son alfa, beta, gamma y delta.

Lo que promueve la adaptación de sonidos a la lengua escrita es saber si la lengua originaria puede expresar los sonidos que ya usaban en la oralidad los pueblos que la adoptaron. Los griegos necesitaban letras para expresar los sonidos de vocales que ya existían en su lengua hablada. El alfabeto fenicio no los tenía, y aunque la lengua hebrea sí tenía sonidos de vocales, éstos se utilizaban en forma irregular y esporádica. Sin embargo, los hebreos tenían consonantes que producían sonidos que los griegos no tenían. Ése era el caso de la primera letra del alfabeto.

En hebreo, la letra aleph era un sonido suave y entrecortado que no tenía un equivalente fónico en la lengua griega. Los griegos tomaron esas consonantes “inútiles” del hebreo y las convirtieron en vocales griegas. De esa manera, el origen de las vocales griegas era hebreo y el de las consonantes era fenicio.

Los griegos agregaron algunas consonantes propias y, así, tuvieron un alfabeto de veinticuatro letras. No tenían un equivalente de la c y algunas letras representaban sonidos diferentes de sus equivalentes en la lengua moderna. Por ejemplo, la letra griega ro (P, p) sonaba como nuestra r. Sin embargo, en la actualidad, el orden del alfabeto griego es casi el mismo que el nuestro, con algunas excepciones evidentes; entre ellas, el hecho de que la z era la sexta letra del alfabeto, no la última.

Los romanos 

Los romanos fueron gobernados por los etruscos, pueblo que utilizó el alfabeto griego. Antes de su caída, los romanos adoptaron el alfabeto griego y luego comenzaron a efectuar cambios. Ellos establecieron el orden alfabético que utilizan los países de habla española hoy, pero el alfabeto romano contenía sólo veintitrés letras. La j, la u y la w se incorporaron mucho después del nacimiento de Cristo.

En sus orígenes, la letra j se utilizó como variante de la vocal i. Hasta el siglo XVII, el nombre de César, por ejemplo, se habría escrito Iulius. La w se expresó en la lengua anglosajona con la notación uu o u hasta alrededor del año 900 d. C. La u se usó como variante de la letra v. A partir del siglo XVIII, la letra u se utilizó exclusivamente como vocal.

¿Por qué los romanos reordenaron el alfabeto griego? Hubo varias razones para esos cambios, el más interesante quizá sea por qué se colocó la z al final del alfabeto. Al principio, los romanos descartaron la sexta letra griega porque creían que no era necesaria. Cuando Roma conquistó Grecia en el siglo I a. C., decidieron que necesitaban esa letra otra vez, sobre todo para transcribir las palabras griegas en latín. Sin embargo, para esa época, los romanos ya habían formalizado su alfabeto y, como la z había perdido el lugar que le correspondía, la pusieron en el último puesto. Otras lenguas romanas no tuvieron necesidad de reafirmar la posición originaria de la z.

Queda claro que la ubicación de las letras en el alfabeto fue esencialmente arbitraria. Es probable que tuviera más sentido colocar todas las vocales juntas separadas del resto, al comienzo o al final del alfabeto; aprender el orden alfabético no importa demasiado para poder aprender español. ¿Leeríamos o escribiríamos peor si aprendiéramos el alfabeto al revés? Así y todo, las tablas ugaríticas indican que el alfabeto se enseñaba en orden y los lingüistas descubrieron, en la mayoría de las culturas, que las listas de alfabetos se escribían sin variación y en el mismo orden, a pesar de que el orden de las letras no tiene un significado intrínseco, a diferencia del orden de los números.

Lo que hace que la explicación de esta incógnita sea tan atractiva es la casualidad total del orden de nuestro alfabeto. ¿Alguien se imaginaría que la a está antes de la b porque para la cultura semita antigua el “buey” estaba antes que la “casa”?

Fuente: Selecciones Readers Digest



La escritura antigua

MANUALES ESCOLARES DE LA ENSEÑANZA DE LA LECTURA

 

ESCUELA ANTIGUA (I)





(Texto: Francisco Trancón)

Incluimos en este BLOG la sección: ESCUELA ANTIGUA. Esta determinación viene avalada por varias razones: importancia e interés que suscita el conocimiento de todo lo relacionado con la educación en épocas pasadas; dar a conocer al público (familiarizado o no con estos contenidos) la evolución histórica, sociológica y pedagógica de la enseñanza en la época antigua (período comprendido entre los siglos XVIII y segunda mitad del siglo XX); provocar en el  lector curiosidad  por el pasado de la escuela de nuestros mayores que hoy ya forma parte afectiva del legado histórico de la educación en nuestro país.

En las diversas ediciones desarrollaremos bajo la etiqueta: ESCUELA ANTIGUA, aspectos relacionados con la organización escolar de las escuelas unitarias, material escolar (manuales escolares, cuadernos de trabajo, realizaciones manuales, etc.), aspectos administrativos de la escuela, formación del maestro, etc.
Presentamos un tema dedicado a MANUALES ESCOLARES DE LA ENSEÑANZA DE LA LECTURA(posteriormente lo iremos ampliando con otros capítulos)


Aspectos históricos

Reglamento de Escuelas de Primeras Letras (16/02/1825)


El Plan y Reglamento General de Escuelas de Primeras letras aprobado el 16–II-1825, reorganiza la educación primaria de aquella época, reglamentando materias curriculares, metodología de aula, planes de estudio de los futuros profesionales de la enseñanza, etc.
            Vamos analizar algunos aspectos generales y curiosos del currículo de este tipo de escuelas

Materias básicas objeto de enseñanza obligatoria:

Doctrina cristiana

Lectura y escritura

Cuatro reglas de contar: por números  y las denominadas “por lo menos”


Según la tipología de las escuelas, las materias podían ampliarse. Veamos:


Tipo de escuela
Materias
Primera  y Segunda enseñanza
Leer, escribir, contar, gramática, lecciones de Caligrafía y otras ocasionales
Tercera y cuarta
Eran inferiores y sólo se enseñaban las materias básicas.

           

El material obligatorio elemental en todas las escuelas era el siguiente:

Catecismo básico

Compendio histórico de la Religión de Pinton

Interrogatorios del catecismo de Fleuri

Cartillas fijas y móviles (para el  aprendizaje de la lectura)

Silabario de la Academia de primera educación

Método práctico de enseñar a leer de Noharro.

Catón del colegio académico de profesores de primeras letras de Madrid.


Se prohibía a los escolares:

            Leer novelas de romances, comedias u otros libros perniciosos “que no puedan dar instrucción”.

Se recomendaba la lectura de los siguientes libros:

Amigos de los niños

Lecciones escogidas para niños que aprenden a leer en las Escuelas Pías.

Fábulas de Samaniego.

Otras materias complementarias



Compendio de Historia de España (los contenidos los señalaba la Junta de Superior de Inspección).

Lecciones de Caligrafía.

Lecciones de Aritmética para uso de las Reales escuelas del sitio de San Ildefonso.

Principios generales de Aritmética para uso de las Escuelas Pías de Castilla.

Compendio de gramática castellana de Don Narciso Herranz.

Arte de escribir por reglas y con muestras (de D. Torcuato Torío de la Riva, obligatorio para todos los maestros de escuelas de primera y segunda clase).


Aulas y métodos de enseñanza

Las escuelas se dividían en dos aulas o clases separadas: de leer y de escribir. Ambas admitían subdivisiones. Por ejemplo, en la clase de “leer” había tres secciones: conocimiento de letras; conocimiento de sílabas y de lectura.

            Normalmente la enseñanza de la lectura y de la escritura no era simultánea, ya que según opinaban los teóricos de entonces no estaba demostrada la supremacía de la enseñanza simultánea sobre la independiente.

            La propuesta metodológica utilizada mayoritariamente era la siguiente:

Primero se enseñaba la letra por su nombre y figura mediante la utilización de cartillas o abecedarios móviles o fijos (con letras mayúsculas y minúsculas por separado). Se utilizaba una caña para señalar la letra, objeto de aprendizaje, en los llamados cartelones o “corta polos”. Para pasar del abecedario a la sílaba había que conocer perfectamente las letras

Posteriormente se iniciaba en el conocimiento de la sílaba y de las palabras. En estas clases estaba prohibido el “deletreo”

Finalmente se llegaba a la lectura suelta o de “corrido”.

En las clases numerosas se utilizaba la figura de pasante (maestro auxiliar) o se recurría a niños aventajados que atienden a los más retrasados. Habitualmente ayudaban en las lecturas de “corrido” durante media hora, aunque generalmente se les requería para todas las clases.

En las escuelas en las que había pasantes, el maestro supervisaba la lectura de los escolares e intervenía directamente con los alumnos que ya sabían leer para inculcarles la “lectura expresiva” (muy importante en aquella época), sirviendo él de modelo lector.

La enseñanza del Silabario de la Real Academia, se hacía en forma de murales (cartelones) que estaban expuestos en las paredes del aula, “debiendo coincidir las muestras propuestas a los niños con las escritas en las paredes o postes, evitando sonidos bárbaros e insignificantes”.

Los caracteres o grafías correspondían a letra redonda, bastarda o cursiva.

Aparte del material de aula de utilización colectiva o conjunta por el alumnado, cada uno de éstos tenía como libro de uso personal de lectura el Catón. Ha habido diversos modelos y ediciones: Catón Cristiano (de Jerónimo Rosales, 1673); Catón Cristiano (Joaquín Moles 1772); Silabario (Vicente Noharro, 1787), etc.


Los escolares pasaban del Catón o Silabario a la “lectura corrida” cuando leían con facilidad las sílabas, iniciándose en la lectura de Catecismos (que no debían saber de memoria), o leían a Pinton, Fleuri, Lecturas escogidas, etc.

Viñao Frago (1995) indica que nace   un nuevo tipo de lector. El aprendiz de lector de la cartilla u otro libro similar que leía textos ya conocidos o incluso memorizados. Aprendía a leer construyendo materialmente frases repetidas hasta la saciedad. Se hacía lector leyendo en voz alta temas cuyo contenido cuyo contenido le era familiar.

En 1893 Castro Legua distingue varias clases de libros escolares de lectura: silabarios, cuentos lecciones de cosas, poesías, manuscritos, etc.

En sucesivas intervenciones iremos ampliando el contenido de este reportorio, en el que no ha incluido lecciones morales, deberes de los niños, lecturas religiosas, etc. que sí existían en esa época.

MÉTODOS DE ENSEÑANZA A LA LECTURA

Clasificación:

Afectan a la estructura y proceso de la enseñanza: analíticos, sintéticos y mixtos

Procedimientos específicos

Antiguo deletreo: Se nombran las letras y se pronuncian

Moderno deletreo: Las consonantes se nombran sin vocales

Silabeo: Sílaba como punto de partida sin atender al deletreo

Noharro: Silábico. Sin abandonar el literal (deletreo), consta de 52 tablas

Flórez: Silábico racional. Las sílabas y frases tienen sentido (muy utilizado)

Avendaño y Carderera: Graduado a partir de la lectura mecánica de sílabas y letras.

Jacotot: Parte del un párrafo con sentido se memoriza y se progresa hacia el análisis de sílabas y letras. Utiliza tablero de letras móviles.

Pestalozzi: Intuitivo, sensitivo. Se inicia con letras en tablillas, sin formar palabras, y después se llega a la lectura de frases.

Auxiliares: Apoyan a los métodos anteriores con figuras geométricas, iconográficas, imágenes, cubos, etc.


QUERELLA DE MÉTODOS DE LECTURA

Surgieron discrepancias en cuanto a la metodología de la enseñanza de la lectura entre dos corrientes.

Antiguo régimen: Se basaba la enseñanza en la rutina constante, deletreo y memorismo

Liberalismo: Propiciaba el deletreo moderno, letra unidad básica, descomposición de la palabra, orgánico, intuitivo, frases con sentido.

 El método tradicional de enseñanza de la lectura era el del "silabeo".

Tras el conocimiento de las letras del alfabeto, los niños tenían que aprender todas sus combinaciones silábicas, leerlas repetidas veces de forma mecánica y en voz alta, y en ocasiones, aunque no siempre, copiarlas o escribirlas.


Los editores escolares publicaron numerosos silabarios siguiendo el mismo modelo de descomposición de las palabras en sílabas y ordenando los materiales de menor a mayor dificultad.


A los silabarios seguían los catones, manuales que tomaban el nombre del Catón clásico y presentaban textos todavía iniciáticos pero de mayor nivel de dificultad.


Aprender a leer ha sido, desde el origen mismo de la educación institucionalizada, una de las tareas que hubo de afrontar todo escolar.

Más aún, hasta bien entrado el siglo XIX, muchas escuelas se denominaban de "sólo leer".

Los primeros textos de lectura contenían, además de las letras y sus combinaciones silábicas, las oraciones básicas de la doctrina cristiana.


El cartapacio de facsímiles publicado por la Universidad de Salamanca sólo incluye 34 cartillas, de las que curiosamente dos de ellas fueron escritas por el profesor de la escuela de gramática de Berlanga, el humanista Juan de Robles,

Una editada en la propia Berlanga, y otra en Alcalá.


Este bajo número de cartillas contrasta con los centenares de ellas -catalogadas por el Instituto Eckert- que se editaron en Alemania en el mismo período.  Alemania, además de ser cuna de la imprenta era el epicentro de la reforma protestante que pivotó en torno a una nueva cultura lectora. En España aún se privilegiaba la comunicación oral e iconográfica sobre la lectura de textos, y además se otorgó en 1583 el monopolio de edición de cartillas para la Corona de Castilla a la Catedral de Valladolid, monopolio que también se extendía a las Indias.


PRIMERAS CARTILLAS DE LEER


 Mostramos dos cartillas pioneras en el aprendizaje de la lectura vinculadas a Castilla y León


CARTILLA DEL CONDESTABLE


Este es sin duda el primer libro editado en Berlanga: la cartilla de Juan de Robles, maestro de la escuela de gramática de la Villa y canónigo de la Colegiata.


Estaba dedicado a la Marquesa de Berlanga, doña Juana Enríquez, para que en ella fuera enseñado a leer su hijo, don Íñigo de Tovar, futuro Condestable de Castilla.


La edición la llevó a cabo (c. 1565) el impresor ambulante de Valladolid don Diego Fernández de Córdoba. Se compone de 28 páginas en cuarta.


LA CARTILLA DE VALLADOLID


Felipe II concedió en 1583 a la catedral de Valladolid el privilegio exclusivo para imprimir y vender las cartillas de enseñar a leer en todas las escuelas de la Corona de Castilla, incluida las de las colonias americanas.

Además de las letras y sus combinaciones, las dos insertaban las oraciones comunes. La última incluía al final la tabla de multiplicar.

 A esta cartilla no le faltaron críticas:


“La cartilla que llaman de Valladolid y un librote, que no sé por qué intitulan Catón Christiano, y son los dos principales de nuestra escuela, salvo el respeto de las oraciones, y trozos del catecismo cristiano que contienen, son imperfectísimos para enseñar a leer, y mucho más para enseñar a desenvolver el entendimiento” (Javier Azpiroz, intendente general del ejército, 1870. al Consejo de Castilla.)


Se utilizaron como, instrumentos básicos para la enseñanza de la lectura: cartillas, silabarios y catones.

SILABARIOS: son textos destinados a la enseñanza inicial de la lectura, o alfabetización, basados en la presentación de palabras sencillas descompuestas en sílabas.

CARTILLAS: “Cuaderno pequeño impreso, que contiene las letras del alfabeto y los primeros rudimentos para aprender a leer” (diccionario Lengua Española)

Pese a la vieja preeminencia de la memorización y el deletreo, la lectura de sílabas parece ser un contenido tradicional y antiguo del aprendizaje de la lectura en idioma castellano. Se pueden encontrar tempranamente listados de sílabas y letras, que eran denominados habitualmente "cartillas

CATONES: “Libro compuesto por frases y períodos cortos y graduados para ejercitar la lectura en los principiantes, siendo libro de lectura que practicaban los niños después de la cartilla (diccionario Lengua Española)

A los silabarios seguían los catones, manuales que tomaban el nombre del Catón clásico y presentaban textos todavía iniciáticos pero de mayor nivel de dificultad.


IMÁGENES


Se ofrecen imágenes de algunos manuales escolares de lectura y se desglosa un libro completo de lectura (El Nuevo camarada, 1905)

En sucesivas ediciones iremos ampliando el catálogo de libros escolares-relacionados con la lectura- deteniéndonos en el comentario de alguno de ellos


































































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