Mito: Son personas incapaces de sentir o de expresar afecto
Realidad: Las personas
con autismo sienten, ríen, lloran, se enfadan, acarician, dan besos,
quieren jugar… A veces, debido a su forma de pensamiento distinto y a
los problemas sensoriales, les cuesta un poco más expresarlo. Pero aquí
estamos los padres, los familiares, los amigos, los educadores, los
terapeutas… Un equipo magnífico que les enseñamos a canalizar las
emociones, a expresarlas, a compartirlas. Uf, la sonrisa de mi hijo,
cómo me dice “mamá te quiero mucho”, cómo va en busca de otros niños
para jugar con ellos, cómo se entristece cuando alguien grita…
Mito: Las personas con autismo son no verbales, nunca hablarán o no pueden hablar aunque quisieran.
Realidad: Muchos niños
con autismo hablan y mejoran sus habilidades verbales a través de
intervenciones como la terapia del habla y lenguaje. Además, hablar es
solo una manera de comunicación. Con identificación y una intervención
temprana, los niños que no hablan pueden desarrollar otras maneras de
comunicación funcionarias. Ellos pueden suplementar su falta de
habilidades verbales o reducción de estas con fotos, aparatos de
comunicación alternativa o aumentativa, ordenadores y/o con el lenguaje
de señas.
Mito: La recuperación es muy escasa
Realidad: Hoy en día,
los avances se producen siempre y, muchas veces, a pasos de gigante. Con
una estimulación adecuada, cuando más intensa mejor, teniendo siempre
las metas muy claras y procurando la interacción y un ambiente divertido
nuestros hijos evolucionan hacia metas impensables hace unos años.
Ojalá que los diagnósticos lleguen antes, para poder empezar de inmediato a trabajar.
Ahí es donde deberían incidir los
médicos, lo que deberían divulgar los medios de comunicación: informar,
por ejemplo, sobre los síntomas del autismo, saberlo reconocer a tiempo,
y ante la menor sospecha ofrecer una terapia adecuada. Dar acceso a los
padres a elegir la terapia, que todos los niños tengan las mismas
posibilidades. Trabajar en equipo con los padres. Concienciar a la
población y a la administración para que se ofrezcan más ayudas. Y
favorecer la inclusión.
¡Nuestros hijos pueden mucho más!
Mito: Todos los niños con autismo son “genios,” tienen un talento o son muy inteligentes.
Realidad: Los niños con
autismo pueden tener varios resultados en sus rangos de CI. Algunos
niños con autismo pueden exhibir habilidades extraordinarias como el
recuerdo de un amplio rango de fechas y eventos, la suma de números
grandes sin el uso de una calculadora, o tocando la música clásica de
Bach y Beethoven en el piano a la edad de tres años (Sicile-Kira, 2004).
Sin embargo, estos mismos niños pueden tener dificultades con cambios,
rutinas nuevas, o al mantener una conversación. Como otras personas,
niños con autismo tienen sus fortalezas y sus debilidades.
Mito: Todos los niños con autismo tienen problemas de aprendizaje
Realidad: El autismo se
manifiesta de formas distintas según la persona. Los síntomas del
trastorno pueden variar considerablemente y, aunque algunos niños tienen
graves problemas de aprendizaje, otros son muy inteligentes y pueden
arreglárselas muy bien con material de aprendizaje difícil.
Mito: Son niños que no pueden ir a colegios normales
Realidad: En general,
los niños con autismo se benefician enormemente de la integración en la
vida escolar. Sólo los casos graves no pueden enfrentarse a un aula o su
comportamiento puede ser perjudicial para otros niños.
Son niños que aprenden a comprender las reglas del mundo en el que nos movemos en nuestro día a día. Un mundo en el que hay cabida para la diversidad. No olvidemos que todos somos iguales, aunque diferentes.
Son niños que aprenden a comprender las reglas del mundo en el que nos movemos en nuestro día a día. Un mundo en el que hay cabida para la diversidad. No olvidemos que todos somos iguales, aunque diferentes.
No cerremos puertas y luchemos juntos por la inclusión. No difundamos falsas ideas, sino la realidad del autismo.
Lo que hace falta es crear un modelo educativo ideal con los apoyos necesarios y el ambiente estructurado preciso para favorecer la inclusión. Nunca cerrarles las puertas, sino abrirlas de par en par.
Lo que hace falta es crear un modelo educativo ideal con los apoyos necesarios y el ambiente estructurado preciso para favorecer la inclusión. Nunca cerrarles las puertas, sino abrirlas de par en par.
Mito: No se da más de un caso de autismo en una misma familia.
Realidad: Aunque no se
conoce la causa exacta del autismo, existen indicadores claros de que
hay factores genéticos implicados. Los estudios han revelado que el
autismo puede afectar a gemelos idénticos o que los hermanos de un niño
con autismo tienen un mayor riesgo de tenerlo.
Mito: El autismo se debe a la vacunación infantil.
Realidad: Entre 2000 y
2001, tres revisiones de expertos concluyeron de forma unánime que los
datos disponibles en el momento de publicación de esa afirmación no
sustentan esa asociación. Un estudio a gran escala realizado en 2002
tampoco detectó ninguna asociación.
Mito: El autismo o TEA es consecuencia de unos malos padres, de su falta de afecto
Realidad: Hace ya
tiempo que la teoría de las “madres nevera” y el trauma por no recibir
afecto –bases de la corriente del psicoanálisis- cayeron por su propio
peso. Muchas veces pienso en esos pobres padres que tenían que escuchar
que ellos eran los “culpables” del autismo de su hijo, y veían cómo los
separaban de su tesoro para internarlo en una institución de por vida.
¿No es un horror?, ¿cómo se puede hoy en día ni siquiera hacer mención a
esa posibilidad?
Todo niño necesita a sus padres, tenga o
no autismo. Precisamente la intervención de los padres en el día a día,
su cariño, su constancia, la estabilidad familiar… son de una ayuda
absoluta.
Mito: Son niños muy agresivos que se autolesionan
Realidad: Las personas
con autismo a veces se frustran o intentan aferrarse a rutinas que les
dan seguridad. Necesitan más ayuda que los otros niños, mucha
comprensión y una terapia que les oriente en su camino hacia adelante.
Pero de ahí a definirlos como niños “agresivos que se autolesionan” hay
un mundo. Incluso en el caso de que aparezcan conductas desafiantes,
éstas son controlables y terminan por desaparecer con una intervención
adecuada.
Mito: No hay causa genética en el autismo
Realidad: Hoy en día
cobra cada vez más fuerza que los factores genéticos juegan un papel muy
importante. Está claro que el autismo puede ser hereditario. Los
estudios demuestran que en el caso de gemelos en la misma bolsa, la
posibilidad de que uno tenga autismo si el otro lo tiene supera el 90%. Y
hay un 20% más de posibilidad de tener un segundo hijo con autismo que
en familias donde no existe el trastorno.
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