ESCUELA ANTIGUA (I)
(Texto: Francisco Trancón)
Incluimos en este BLOG la sección: ESCUELA ANTIGUA. Esta determinación viene avalada por varias razones: importancia e interés que suscita el conocimiento de todo lo relacionado con la educación en épocas pasadas; dar a conocer al público (familiarizado o no con estos contenidos) la evolución histórica, sociológica y pedagógica de la enseñanza en la época antigua (período comprendido entre los siglos XVIII y segunda mitad del siglo XX); provocar en el lector curiosidad por el pasado de la escuela de nuestros mayores que hoy ya forma parte afectiva del legado histórico de la educación en nuestro país.
En las diversas ediciones desarrollaremos bajo la etiqueta: ESCUELA ANTIGUA, aspectos relacionados con la organización escolar de las escuelas unitarias, material escolar (manuales escolares, cuadernos de trabajo, realizaciones manuales, etc.), aspectos administrativos de la escuela, formación del maestro, etc.
Presentamos un tema dedicado a MANUALES ESCOLARES DE LA ENSEÑANZA DE LA LECTURA(posteriormente lo iremos ampliando con otros capítulos)Aspectos históricos
Reglamento de Escuelas de Primeras Letras (16/02/1825)
El Plan y Reglamento General de Escuelas de Primeras letras aprobado el 16–II-1825, reorganiza la educación primaria de aquella época, reglamentando materias curriculares, metodología de aula, planes de estudio de los futuros profesionales de la enseñanza, etc.
Vamos analizar algunos aspectos generales y curiosos del currículo de este tipo de escuelas
Materias básicas objeto de enseñanza obligatoria:
Doctrina cristiana
Lectura y escritura
Cuatro reglas de contar: por números y las denominadas “por lo menos”
Según la tipología de las escuelas, las materias podían ampliarse. Veamos:
Tipo de escuela | Materias |
Primera y Segunda enseñanza | Leer, escribir, contar, gramática, lecciones de Caligrafía y otras ocasionales |
Tercera y cuarta | Eran inferiores y sólo se enseñaban las materias básicas. |
El material obligatorio elemental en todas las escuelas era el siguiente:
Catecismo básico
Compendio histórico de la Religión de Pinton
Interrogatorios del catecismo de Fleuri
Cartillas fijas y móviles (para el aprendizaje de la lectura)
Silabario de la Academia de primera educación
Método práctico de enseñar a leer de Noharro.
Catón del colegio académico de profesores de primeras letras de Madrid.
Se prohibía a los escolares:
Leer novelas de romances, comedias u otros libros perniciosos “que no puedan dar instrucción”.
Se recomendaba la lectura de los siguientes libros:
Amigos de los niños
Lecciones escogidas para niños que aprenden a leer en las Escuelas Pías.
Fábulas de Samaniego.
Otras materias complementarias
Compendio de Historia de España (los contenidos los señalaba la Junta de Superior de Inspección).
Lecciones de Caligrafía.
Lecciones de Aritmética para uso de las Reales escuelas del sitio de San Ildefonso.
Principios generales de Aritmética para uso de las Escuelas Pías de Castilla.
Compendio de gramática castellana de Don Narciso Herranz.
Arte de escribir por reglas y con muestras (de D. Torcuato Torío de la Riva, obligatorio para todos los maestros de escuelas de primera y segunda clase).
Aulas y métodos de enseñanza
Las escuelas se dividían en dos aulas o clases separadas: de leer y de escribir. Ambas admitían subdivisiones. Por ejemplo, en la clase de “leer” había tres secciones: conocimiento de letras; conocimiento de sílabas y de lectura.
Normalmente la enseñanza de la lectura y de la escritura no era simultánea, ya que según opinaban los teóricos de entonces no estaba demostrada la supremacía de la enseñanza simultánea sobre la independiente.
La propuesta metodológica utilizada mayoritariamente era la siguiente:
Primero se enseñaba la letra por su nombre y figura mediante la utilización de cartillas o abecedarios móviles o fijos (con letras mayúsculas y minúsculas por separado). Se utilizaba una caña para señalar la letra, objeto de aprendizaje, en los llamados cartelones o “corta polos”. Para pasar del abecedario a la sílaba había que conocer perfectamente las letras
Posteriormente se iniciaba en el conocimiento de la sílaba y de las palabras. En estas clases estaba prohibido el “deletreo”
Finalmente se llegaba a la lectura suelta o de “corrido”.
En las clases numerosas se utilizaba la figura de pasante (maestro auxiliar) o se recurría a niños aventajados que atienden a los más retrasados. Habitualmente ayudaban en las lecturas de “corrido” durante media hora, aunque generalmente se les requería para todas las clases.
En las escuelas en las que había pasantes, el maestro supervisaba la lectura de los escolares e intervenía directamente con los alumnos que ya sabían leer para inculcarles la “lectura expresiva” (muy importante en aquella época), sirviendo él de modelo lector.
La enseñanza del Silabario de la Real Academia, se hacía en forma de murales (cartelones) que estaban expuestos en las paredes del aula, “debiendo coincidir las muestras propuestas a los niños con las escritas en las paredes o postes, evitando sonidos bárbaros e insignificantes”.
Los caracteres o grafías correspondían a letra redonda, bastarda o cursiva.
Aparte del material de aula de utilización colectiva o conjunta por el alumnado, cada uno de éstos tenía como libro de uso personal de lectura el Catón. Ha habido diversos modelos y ediciones: Catón Cristiano (de Jerónimo Rosales, 1673); Catón Cristiano (Joaquín Moles 1772); Silabario (Vicente Noharro, 1787), etc.
Los escolares pasaban del Catón o Silabario a la “lectura corrida” cuando leían con facilidad las sílabas, iniciándose en la lectura de Catecismos (que no debían saber de memoria), o leían a Pinton, Fleuri, Lecturas escogidas, etc.
Viñao Frago (1995) indica que nace un nuevo tipo de lector. El aprendiz de lector de la cartilla u otro libro similar que leía textos ya conocidos o incluso memorizados. Aprendía a leer construyendo materialmente frases repetidas hasta la saciedad. Se hacía lector leyendo en voz alta temas cuyo contenido cuyo contenido le era familiar.
En 1893 Castro Legua distingue varias clases de libros escolares de lectura: silabarios, cuentos lecciones de cosas, poesías, manuscritos, etc.
En sucesivas intervenciones iremos ampliando el contenido de este reportorio, en el que no ha incluido lecciones morales, deberes de los niños, lecturas religiosas, etc. que sí existían en esa época.
MÉTODOS DE ENSEÑANZA A LA LECTURA
Clasificación:
Afectan a la estructura y proceso de la enseñanza: analíticos, sintéticos y mixtos
Procedimientos específicos
Antiguo deletreo: Se nombran las letras y se pronuncian
Moderno deletreo: Las consonantes se nombran sin vocales
Silabeo: Sílaba como punto de partida sin atender al deletreo
Noharro: Silábico. Sin abandonar el literal (deletreo), consta de 52 tablas
Flórez: Silábico racional. Las sílabas y frases tienen sentido (muy utilizado)
Avendaño y Carderera: Graduado a partir de la lectura mecánica de sílabas y letras.
Jacotot: Parte del un párrafo con sentido se memoriza y se progresa hacia el análisis de sílabas y letras. Utiliza tablero de letras móviles.
Pestalozzi: Intuitivo, sensitivo. Se inicia con letras en tablillas, sin formar palabras, y después se llega a la lectura de frases.
Auxiliares: Apoyan a los métodos anteriores con figuras geométricas, iconográficas, imágenes, cubos, etc.
QUERELLA DE MÉTODOS DE LECTURA
Surgieron discrepancias en cuanto a la metodología de la enseñanza de la lectura entre dos corrientes.
Antiguo régimen: Se basaba la enseñanza en la rutina constante, deletreo y memorismo
Liberalismo: Propiciaba el deletreo moderno, letra unidad básica, descomposición de la palabra, orgánico, intuitivo, frases con sentido.
El método tradicional de enseñanza de la lectura era el del "silabeo".
Tras el conocimiento de las letras del alfabeto, los niños tenían que aprender todas sus combinaciones silábicas, leerlas repetidas veces de forma mecánica y en voz alta, y en ocasiones, aunque no siempre, copiarlas o escribirlas.
Los editores escolares publicaron numerosos silabarios siguiendo el mismo modelo de descomposición de las palabras en sílabas y ordenando los materiales de menor a mayor dificultad.
A los silabarios seguían los catones, manuales que tomaban el nombre del Catón clásico y presentaban textos todavía iniciáticos pero de mayor nivel de dificultad.
Aprender a leer ha sido, desde el origen mismo de la educación institucionalizada, una de las tareas que hubo de afrontar todo escolar.
Más aún, hasta bien entrado el siglo XIX, muchas escuelas se denominaban de "sólo leer".
Los primeros textos de lectura contenían, además de las letras y sus combinaciones silábicas, las oraciones básicas de la doctrina cristiana.
El cartapacio de facsímiles publicado por la Universidad de Salamanca sólo incluye 34 cartillas, de las que curiosamente dos de ellas fueron escritas por el profesor de la escuela de gramática de Berlanga, el humanista Juan de Robles,
Una editada en la propia Berlanga, y otra en Alcalá.
Este bajo número de cartillas contrasta con los centenares de ellas -catalogadas por el Instituto Eckert- que se editaron en Alemania en el mismo período. Alemania, además de ser cuna de la imprenta era el epicentro de la reforma protestante que pivotó en torno a una nueva cultura lectora. En España aún se privilegiaba la comunicación oral e iconográfica sobre la lectura de textos, y además se otorgó en 1583 el monopolio de edición de cartillas para la Corona de Castilla a la Catedral de Valladolid, monopolio que también se extendía a las Indias.
PRIMERAS CARTILLAS DE LEER
Mostramos dos cartillas pioneras en el aprendizaje de la lectura vinculadas a Castilla y León
CARTILLA DEL CONDESTABLE
Este es sin duda el primer libro editado en Berlanga: la cartilla de Juan de Robles, maestro de la escuela de gramática de la Villa y canónigo de la Colegiata.
Estaba dedicado a la Marquesa de Berlanga, doña Juana Enríquez, para que en ella fuera enseñado a leer su hijo, don Íñigo de Tovar, futuro Condestable de Castilla.
La edición la llevó a cabo (c. 1565) el impresor ambulante de Valladolid don Diego Fernández de Córdoba. Se compone de 28 páginas en cuarta.
LA CARTILLA DE VALLADOLID
Felipe II concedió en 1583 a la catedral de Valladolid el privilegio exclusivo para imprimir y vender las cartillas de enseñar a leer en todas las escuelas de la Corona de Castilla, incluida las de las colonias americanas.
Además de las letras y sus combinaciones, las dos insertaban las oraciones comunes. La última incluía al final la tabla de multiplicar.
A esta cartilla no le faltaron críticas:
“La cartilla que llaman de Valladolid y un librote, que no sé por qué intitulan Catón Christiano, y son los dos principales de nuestra escuela, salvo el respeto de las oraciones, y trozos del catecismo cristiano que contienen, son imperfectísimos para enseñar a leer, y mucho más para enseñar a desenvolver el entendimiento” (Javier Azpiroz, intendente general del ejército, 1870. al Consejo de Castilla.)
Se utilizaron como, instrumentos básicos para la enseñanza de la lectura: cartillas, silabarios y catones.
SILABARIOS: son textos destinados a la enseñanza inicial de la lectura, o alfabetización, basados en la presentación de palabras sencillas descompuestas en sílabas.
CARTILLAS: “Cuaderno pequeño impreso, que contiene las letras del alfabeto y los primeros rudimentos para aprender a leer” (diccionario Lengua Española)
Pese a la vieja preeminencia de la memorización y el deletreo, la lectura de sílabas parece ser un contenido tradicional y antiguo del aprendizaje de la lectura en idioma castellano. Se pueden encontrar tempranamente listados de sílabas y letras, que eran denominados habitualmente "cartillas
CATONES: “Libro compuesto por frases y períodos cortos y graduados para ejercitar la lectura en los principiantes, siendo libro de lectura que practicaban los niños después de la cartilla (diccionario Lengua Española)
A los silabarios seguían los catones, manuales que tomaban el nombre del Catón clásico y presentaban textos todavía iniciáticos pero de mayor nivel de dificultad.
IMÁGENES
Se ofrecen imágenes de algunos manuales escolares de lectura y se desglosa un libro completo de lectura (El Nuevo camarada, 1905)
En sucesivas ediciones iremos ampliando el catálogo de libros escolares-relacionados con la lectura- deteniéndonos en el comentario de alguno de ellos
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