Supongo que muchos docentes de primaria han dado clases en escuelas vetustas que, curiosamente, en el patio tenían árboles de morera (Morus alba, comúnmente “morera”)
Árbol de morera en CEIP de Palma de Mallorca |
Este
hecho me llamó la atención, me pregunté a qué se debía esta
reiteración en la presencia de moreras en diferentes espacios
escolares y en varias provincias, como si no hubiera otros muchos
árboles ornamentales y autóctonos que pudieran dar igual sombra y
cobijo a los ajetreados infantes en su hora de esparcimiento.
Otra cuestión que me suscitaba curiosidad era cómo era posible que nuestros alumnos, aunque cada vez menos, cada curso consigan gusanos de seda (Bombyx mori ) y los críen, teniendo en cuenta que dicho animal no se reproduce ya de forma silvestre en la naturaleza, pues es especie domesticada y de reproducción cautiva desde hace siglos por el humano. Así pues, ¿quién había introducido la cría de gusanos de seda en las escuelas españolas ? y ¿ por qué había moreras en los patios escolares... ? Dos maestros, los hermanos Carrió Villalonga, ya jubilados, me dieron la respuesta.
Mueble escolar para calefacción y cria gusanos de seda |
Resulta que Don Miguel Primo de Rivera, durante su dictadura (1923-1930) produjo un crecimiento económico y desarrolló una política intervencionista y proteccionista con inversión en obras públicas e infraestructuras. Se inspiraba en el fascismo italiano y su corporativismo, lo que no le impidió atraer al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y a la Unión General de Trabajadores (UGT) a colaborar con la dictadura.
Fruto de cierta preocupación social, Primo de Rivera propuso que los ciudadanos iniciaran pequeñas industrias propias y domiciliarias con las que complementar sus ingresos, en una especie de “autarquía familiar”. Una de tales propuestas era que las familias criaran gusanos de seda para luego vender los capullos a las empresas sederas y así obtener un complemento económico.
General Primo de Rivera |
Recordemos
que la industria de la seda no era algo extraño ni novedoso, pues
tuvo una importante producción en la zona mediterránea española
(Valencia y Murcia) a partir del siglo XV. Continuó siendo una
industria importante durante la Edad Moderna, con un auge en el
siglo XVIII, y en la Contemporánea, modernizándose el proceso
de producción a mediados del siglo XIX. La crisis de muchos
sectores industriales que no pudieron competir con el mercado
internacional produjo su decadencia a partir del último cuarto del
siglo XX. De hecho durante principios del XIX, la estación sericícola de Murcia creó escuelas prácticas de sericicultura,
instaladas en los domicilios de los agricultores que habían mostrado
cierto interés y que se convertían, de esta forma, en patronos, una
especie de maestros que de forma práctica enseñaban los modelos de
crianza utilizados desde la sericícola.
Entre 1911 y 1913 se crearon un total de treinta y nueve escuelas en diversas provincias españolas (Alicante, Burgos, Cáceres, Huesca, Lérida, Santander, Sevilla, Vizcaya, Zamora, Albacete, Cádiz, Guadalajara, Valladolid y Zaragoza) a las que distribuyeron de forma gratuita plantas de morera y semillas . También se formó a un gran número de obreros sericícolas, que se desplazaban a las escuelas, difundían información práctica para las crianzas, e inspeccionaban el estado de las incubadoras, asegurándose de su correcto funcionamiento.
Sericultores |
La propuesta, a pesar de los antecedentes históricos de la industria de la seda, no parece tuviera interés por parte de los ciudadanos y se trasladó a las escuelas. La idea, que llegó a plasmarse en ordenanzas para “industrias escolares” , pretendía que las escuelas iniciaran esta cría de gusanos y posterior venta, para así disponer de fondos accesorios que complementasen la financiación escolar. Se proporcionarían bateas para la cría y se designaba a maestros para dirigir la operación, que tenía una doble finalidad pedagógica y económica.
Manual para maestros 1928 |
El
proyecto se abandonó pronto porque no salía rentable, ya que las
empresas de seda les pagaban muy poco por la producción. Hubo varios intentos de retomar la idea hasta los años cincuenta.
Como muchos de los grandes centros escolares cuya construcción se gestionó y emprendió durante la Dictadura, se inauguraron dentro del primer bienio republicano, y ya fuera por inercia o porque así estaba previsto y nadie se cuestionó el motivo, las escuelas siguieron plantando moreras en sus recintos para poder alimentar aquella industria escolar fallida de gusanos de seda propuesta por la Dictadura y que los alumnos, con la cría de gusanos ya sin fin comercial, han perpetuado hasta nuestros días.
La presencia de moreras en un recinto escolar delata que fueron construidas y/o proyectadas entre la Dictadura y el final de la Segunda República.
Eduardo CONNOLLY
Maestro de primaria
WEBGRAFIA INTERESANTE:
http://bvingesa.msc.es/bvingesa/es/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=1002015&responsabilidad_civil=on
https://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,371,m,3871&r=ReP-30832-DETALLE_REPORTAJESBISABUELO
https://www.rumbos.net/rastroria/rastroria03/ensenanzaprimo.htm
https://ddd.uab.cat/pub/pubdirgengan/pubdirgengan_a1932m7n3.pdf
https://metode.es/revistas-metode/dossiers/la-ultima-seda-valenciana.html
https://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,371,m,3871&r=ReP-30815-DETALLE_REPORTAJESBISABUELO
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